FOTONADICTOS

FOTONADICTOS nació en Portugal. Un día de playa y de calor, a finales del mes de Julio de 2023.

Andaba con mi hijo Javier de safari fotográfico por las playas y calas del Algarve, cerca de Albufeira, cuando realicé esta fotografía. Como me suele ocurrir la mayor parte de las veces, tras disparar le pongo título en mi mente a esa imagen que acabo de materializar en ceros y unos. Dicho título lo materializo si la cuelgo en mi estado de guasap. Caso contrario el olvido se encarga de desmaterializarlo de mi cerebro sin tan ni siquiera pasar por el estado de bits.

Y su título fue Fotonadictos.

Fue así como supe que mi web de fotos debía reconvertirse y que debería llamarse de ese modo. No había otra. El término describía a la perfección lo que buscamos los amantes de las instantáneas fotográficas: muchos fotones, pero con significado. Fotos impactantes, fotazas, fotones…..

Eso solo significa que somos adictos a los fotones.

Los adictos nunca admiten su adicción. Los fotonadictos ni siquiera sabíamos que teníamos otra adicción a la larga lista de adicciones propias. Ahora con nuestra nueva adicción recién asimilada, tendremos que disfrutar de ella sin que logre destruirnos como objetivo esencial de cualquier adicción que se precie.

La imagen catártica fotonadíctica es un grupo de adolescentes pulcramente ordenados con tan solo un objetivo: captar el mayor número de fotones posibles para acabar dulcemente tostados. A ello hay que añadir que no era una playa cualquiera, sino una playa cilíndrica y cerrada por la cual entraba el agua marina a través de una abertura. Eso significa que no sólo recibían los fotones solares directos de nuestro rey sol, sino que todos los rebotados en las paredes del cilindro acababan de una forma u otra en esta pandilla fotonera. Desde luego un caso claro de tostamiento colectivo ¡¡¡  De congregación de adictos como toda adicción que se precie busca como fin último en los seres humanos amantes de los clanes más bajunos.

Y eran adictos porque ni por un instante dejaron de realizar tamaña proeza de captación solar. Durante una hora que estuve en la zona, ahí seguían en su empeño sin modificar casi un ápice su postura chupadora fotónica. Sólo los adictos actúan de semejante forma. Como poseídos por el alma del fotón, sus mentes sólo giraban en torno a recibir la ofrenda fotónica del día, a que sus cuerpos pudieran metabolizar esa energía que salió hace 8 minutos y 15 segundos de su Dios y creador; en melanina de la güena.

Una melanina precreada hace un millón de años a 5.500 ºC en el núcleo de nuestro sol, que es el tiempo que tarda un fotón en lograr escapar desde el núcleo hasta la superficie y de esta forma comenzar su viaje por el vacío interestelar. El fotón por fin liberado de las garras de su creador se descojona de éste tras la paliza de tiempo que le ha hecho perder. Ese fotón ansía viajar, pero también interactuar y ceder su energía fotónica con el fin de crear una nueva entidad. En definitiva, expresarse de forma única para deleite de su creador que no se entera de nada tras dejar a la progenie que vague por el espacio infinito.

Humanos con necesidad de protegerse de la radiación ultravioleta para no sufrir cánceres de piel, buscan ávidamente no aislarse para cancerigenizarse y melatonizarse en forma de bonito moreno que los haga ser más bellos y aumentar su autoestima y posibilidades de ligoteo. A quién le importa los efectos secundarios dentro de décadas¡¡¡  La contradicción del ser humano no tiene límites. c

Como era de esperar, los fotones transportan la energía del sol a la tierra. Cada lindo fotón tiene una energía pírrica de 1 eV = 1,602 × 10-19 Julios, que no da paná. Pero a la tierra llegan en desbandada millones de millones por metro cuadrado. Para ser casi exactos, la intensidad de radiación aproximada recibida en la tierra es de 1.800 W/m2. Calculadora en mano hablamos de 1,54 x10 +51 fotones por metro cuadrado y por segundo. Ná. Es decir, 10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 fotones m2/sg. Literalmente estamos rodeados de invisibles fotones imprescindibles para la visión. Sobrecogedor. Y tú andando por la calle sin protección solar¡¡¡

Muchos de estos fotones que impactan con los humanos lograrán saltarse todas las barreras de la piel para conseguir dañar el ADN celular o destruir el colágeno mediante un proceso de estrés oxidativo. Otros tantos iniciarán el proceso de creación de melatonina en tus melanocitos celulares, fenómeno tan deseado por los fotonadictos. El fin último de los melanocitos es evitar que la piel se queme y se dañen los núcleos celulares de la epidermis. Y esa melanina es oscura como la vida misma. Protege de los abrasivos fotones que sin piedad llegan y llegan y llegan….

¿Pero quién o qué es el fotón? ¿Por qué queremos ser como los fotones en el fondo de nuestro ser? ¿Por qué somos adictos a ellos sin remedio alguno?

Hasta este momento únicamente sabemos que la energía que transporta es mísera y que vivimos sumergidos en un océano fotónico. El fotón es una de las numerosas partículas con la que los físicos intentar describir la realidad. Pero no es una partícula física cualquiera. Es la partícula favorita de los humanos que habitamos esta canica azul. Es la partícula encargada de transportar la luz entre diferentes puntos del espacio. Es la hacedora de visión en todo bicho viviente. Si a esto le sumamos que el humano dedica el 60 % de su masa cerebral a procesar imágenes provenientes de la visión de nuestros ojos, la conclusión es que somos seres eminentemente visuales. Somos profotónicos. Sin ellos no seríamos nada y viviríamos sumidos en una oscuridad total. Nuestros conos y bastones han evolucionado para poder convertir esa energía fotónica en una vaga imagen de lo que hay ahí fuera de nuestras cabecitas. Posteriormente el cerebro va más allá y reinterpreta a su manera lo que le dicen los conos y bastones, para producir una imagen de la “realidad” aliñada con la memoria que arrastramos desde el momento de la fecundación.

Pero lo que desconoces es que el fotón es la partícula en la que todo humano querría convertirse conservando su trasfondo humanoide. Todas las características físicas de un fotón son al mismo tiempo aquellas a las cuales todos los humanos aspiramos, conscientemente o no, durante nuestro devenir mundano. Muchos de nosotros mataríamos por reencarnarnos en semejante partícula fotónica, aceptando todas la hierofonías posibles. Veamos por qué.

Para empezar, el fotón tiene masa cero, m=0, es decir no pesa. La masa es la cantidad de materia que tiene un cuerpo cuando se encuentra en reposo. Como el fotón no existe en reposo, su masa es nula. Explicación para andar por casa. El tema de la masa del fotón es muy controvertido, aunque no sea viral en TicToc. No voy a entrar en detalles del espacio de Minkowski ni de la teoría relativista de Einstein, pero así está la cosa a fecha de hoy. Difícil entender que existe algo con masa cero, pero así es la física cuántica. Desde hace décadas intentamos “entenderlo”, pero tan solo podemos describirlo lo mejor que podemos con nuestro limitado lenguaje tanto léxico como matemático.

Todos los Homo sapiens buscamos cuerpos esbeltos y tabletoides, la mínima masa posible en el envoltorio más bello posible. Si por el humano fuera, muchos de ellos elegirían tener masa cero a riesgo de desaparecer. La gordofobia busca llegar a esa masa nula, ser livianos y casi inexistentes con un 0 en el dígito de la báscula de casa. La anorexia no es más que una manifestación exacerbada de la fotonadición. Ser anoréxico es soñar con una reconversión en fotón. El fotón es nuestro tótem y con él soñamos.

Sin llegar a tener masa nula, todos los humanos soñamos con al menos tener un peso ideal estable, mas no lo conseguimos. Vaivenes continuos de grasa abdominal hacen variar drásticamente el fiel de la balanza. Por otro lado, nuestro tótem el fotón nace, crece, se desarrolla y muere con la misma masa. No tiene problemas basculares haga lo que haga, vaya donde vaya. Su masa es cero y punto. Si fuésemos un fotón nos despreocuparíamos del gimnasio y de las noches con cenas hipercalóricas.

Estar delgado es obsesión humana desde el inicio de los tiempos; pero la velocidad, ir rápidos, hacer las cosas en un santiamén…, lo llevamos muy adentro. Y en esto el fotón se lleva la palma ya que no se mueve a cualquier velocidad, se mueve sin ir más lejos a la velocidad de la luz, c= 299.792,458 km/s. Obvio cuando es él el que “transporta” la luz. El fotón no puede estar en reposo, ni tampoco viajar a una velocidad hiperlumínica, tan solo ir a velocidad c.

Eso significa además que el fotón no necesita acelerar. El único estado posible de velocidad para un fotón es el de la velocidad de la luz. Como tampoco existe en estado de reposo, desde el mismo instante que empieza a existir en este nuestro universo, ya lo hace a la velocidad de la luz. No va de o a c en tantos segundos como nos tienen acostumbrados los fabricantes de coches. Simplemente va a velocidad c, siempre.

Tardar milmillonésima de segundo en ir de casa a la playa, tan solo 1,255 segundos en llegar a la luna o la desaparición de los atascos; son algunos de los sueños inconfesables de ti, humano. Como quimera de ser fotónico está bien, pero nos enfrentamos al hándicap que para alcanzar la velocidad de la luz haría falta una energía infinita, salvo para los fotones, claro. Ellos son de otra estirpe. Son omnipotentes.

También es cierto que no tener fase de aceleración, es decir, pasar de velocidad 0 a velocidad c, le quita mucho encanto al humano corriente de ser fotónico. Ese notar la velocidad como sube, como pasan los objetos a nuestro lado cada vez más rápidos y difusos, sentir el cosquilleo de la aceleración en nuestros estómagos, ese vértigo que parece que todo se va de control y que la hostia puede ser mortal….adrenalina y dopamina a raudales que el pobre fotón no puede experimentar en su intrínseco yo. Es lo que tiene ser elemental ¡¡¡

Nuestra divinidad se perfila como liviano, microenergético y el más rápido del Universo. Entendible que sea nuestro Salvador. Pero su esencia es tan insondable que no se puede ni sondar ya que es una partícula elemental. Cuando se habla de elemental nos referimos a que no está constituido por otras partículas de menor tamaño. El fotón es elemental porque no se puede dividir en trozos. Es un monotrozo.

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